Ser el CEO de una organización requiere de mucha responsabilidad por parte de la persona que asume el cargo. Hay una presión natural por la toma de decisiones y cada paso dado, cada acción realizada y cada discurso son analizados por todos: desde los funcionarios, hasta los socios e inversores.
El hecho es que, independientemente de la presión y, muchas veces, de la inseguridad de los ejecutivos, existe un motivo (o varios) para que estés en esa posición. ¿Los recordamos?
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ToggleConocimiento del mercado
Todo CEO debe tener una comprensión amplia del mercado en el que actúa para acompañar las principales tendencias del sector. Debe saber de economía, finanzas, gestión de personas y, por qué no, de negociación. Si ocupas la posición del “C-Level”, ciertamente conoces bastante de tu mercado.
Es ese traqueteo profesional el que le da al CEO la capacidad de atraer nuevos negocios y de maximizar los resultados de la organización, elevando la productividad, las ventas y la competitividad.
Capacidad de comunicación
Saberse comunicar en cada situación también es una de las competencias que hacen que un buen profesional ocupe el cargo de un CEO.
La capacidad de argumentar durante las negociaciones, usar las jerarquías del área para impresionar en eventos y de adoptar un lenguaje de fácil comprensión cuando se trata de compartir los resultados con los colaboradores denotan la fluidez verbal y la flexibilidad de comunicación de este líder.
Espíritu de equipo
Y, por hablar de liderazgo, debemos citar que todo buen CEO debe tener espíritu de equipo, después de todo, él es un ejemplo dentro de la empresa. Es él quien conduce a los demás profesionales hacia los objetivos organizacionales.
En este sentido, hay que empatizar y conocer a cada miembro del equipo. Explora el potencial y las limitaciones de los profesionales que componen el equipo para construir una estrategia ganadora.
Optimismo eterno
Incluso en las peores situaciones, el CEO no puede quedarse paralizado. Él debe estar atento a todas las oportunidades que pueden surgir durante una situación difícil, como una crisis financiera, por ejemplo.
Los administradores brasileños se conocieron como los mejores del mundo durante la década de los 80 y 90, justamente por gerenciar empresas en escenarios económico extremadamente inconstantes.
Si hoy tenemos dificultades, estas no se igualan a la inflación de la epoca de los 80 y a los altos y bajos de la bolsa de valores en la época de los 90.
Saber asumir riesgos
El término “riesgo” es frecuentemente enlazado a posibilidades negativas. Sin embargo, existen riesgos positivos, los cuales deben ser tratados de igual manera para que la empresa extraiga el máximo potencial de sus actividades.
La oportunidad de una inversión incluso durante una crisis financiera, la formación de asociaciones, o la modificación del modelo económico, son decisiones difíciles, sin embargo, estas pueden traer grandes resultados. Y el CEO necesita saber cuándo debe arriesgarse.
Escuchar más que hablar
Los CEO exitosos son personas que saben en qué momento callar y escuchar. En vez de intentar imponer sus pensamientos y puntos de vista, ellos buscan escuchar lo que los demás tienen que decir y ponderan en base a las opiniones.
La participación de los colaboradores en las decisiones de la empresa es más que un simple protocolo, pero es la mejor manera de mantener a todos interesados y comprometidos con los objetivos de la organización.
Centrarse en los resultados
Mientras que la mayor parte del equipo está enfocada en los procesos, el CEO debe estar siempre atento a los resultados. Él es quien analiza los indicadores de desempeño, vislumbra las posibilidades de mejora y crea planes de acción para conducir a la empresa a un nuevo nivel.
Para ello, necesita la cooperación de las diversas áreas de la empresa, así como de los gerentes, que son los responsables de que el plan de acción entre en marcha. Sin embargo, todavía es el CEO quien tiene que estar siempre con la mirada hacia el futuro.
El CEO es el general que dirige a su ejército hacia la victoria. Pero, jamás puede dejar de compartir su estrategia con todos los involucrados, por lo tanto, no debe retener la información para sí mismo¡Debe hacerla circular para que todos sepan qué hacer en el momento adecuado!